Eras un viejo terco y obstinado, eras la definición del apellido Sanabria.
Hoy ando lejos llorando tu fallecimiento, recordando todas las cosas buenas y malas que vivimos juntos. Compartimos por más de 25 años el mismo techo, fuiste la razón por la que mi madre me golpeo por primera y única vez en toda mi infancia. Llenaste mis fines de semana con caminatas y exploraciones. Me regalaste mi primera bicicleta y me arreglaste la que dañe después de haberme caído. Corriste a auxiliarme cuando caí en un alambre de púas y espantaste perros que me asustaban, me dejaste dormir en tu cuarto armando carpas y fuertes con cojines. Fuiste el primero en darme un centavo para comprarme mecato después de una tarde de trabajo. Fuiste justo y consecuente en mi infancia.
Durante mis años de estudio te preocupaste por que nunca me faltara nada. Me impulsaste a seguir siempre estudiando y mejorando, intentaste que tuviera una buena caligrafía, pero el computador dimitió tus esfuerzos. Me volteaste la cara por ser irreverente con mi madre, me enseñaste a nunca irrespetar a la mujer que sacrificaba tanto por nosotros, me enseñaste a no odiar a mi padre por no estar con nosotros y que la familia debía siempre estar unida.
Poco a poco me fui alejando mientras iba creciendo, te volviste irreverente, terco, obstinado y agresivo con todos, la edad se marcaba cada vez más en tus ojos y no dejabas que tu forma de ver la vida muriera, el tiempo te consumía lentamente y los rápidos saltos en la tecnología nos apartaron aún más. La familia se fue separando a causa tuya, nos atacaste y nos golpeaste a todos de diferentes maneras, no te he de negar que aún me duele lo que paso con Kero. Pero en el fondo todos estuvimos ahí queriendo que cambiaras para poder volver a hablar. Te aferraste a tus ideas y nosotros a los cambios.
Sólo quedamos los seis de siempre y aun entre nosotros las cosas fueron escalando a patepior. Existieron días en que ni quería saber de vos, otros en los que me alegraban tus historias bobas. El tener que explicar mil veces como funcionaba el control remoto... Y partí de casa, a otro país. No soy de los que llama a casa, mi madre lo sabe mejor que nadie, pero hablamos y siempre me dijiste que si me faltaba algo te avisara; al final tu preocupación era si estaba bien y cómo podrías hacer para mejorar mi estancia acá.
Me alegra que la última vez que habláramos fueras ese viejo cálido y tierno que me acompañó a explorar, que me gastaba un mecato o una gaseosa, te recordaré con cariño mi abuelo, descansa que ahora en familia debemos cuidar de los que estamos de este lado honrando tu memoria.
Hoy sonrío, me enfado y lloro por tu deceso, hoy pienso que eras una persona de tu tiempo, un ser humano que sin tener nada impulsó a sus seis hijos a estudiar, para que como tu decías no comieran la misma mierda en vida que tu comiste. Hoy veo los sacrificios de tu vida en nombre de la familia, tal vez no es justo con vos que no puedas leer esto, pero hoy entiendo la importancia de tu vida en todos nosotros como familia. Descansa Abuelo, espero que nos volvamos a ver.
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